Un articulo de Vanguardia.com
Imagen: Juan Diego Pinzón para Vanguardia.com
Durante casi dos años, Juan Diego Pinzón recorrió las vastas montañas que conforman el Cañón del Chicamocha y se adentró en él para contar su historia a través de 160 fotos. En charla con Vanguardia habló de todo el proceso del libro fotográfico que está próximo a lanzarse.
“Es un libro que merece ser conocido. No solamente hay cañones y cielos, hay campesinos y hay cultivos, hay animales y hay un país por descubrir”.
Con estas palabras, el fotoperiodista Jesús Abad Colorado define a ‘Cañón del Chicamocha: Hilo de plata en noche de luna llena’, el libro fotográfico de Juan Diego Pinzón, artista audiovisual de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, quien recorrió el cañón de lado a lado y lo plasmó visualmente en un libro de 256 páginas.
Juan Diego es el fundador y director artístico del Festival Internacional de Cine de Barichara y se desempeña como fotógrafo y realizador audiovisual de Pasajero Producciones y La Fábrica, empresas de las que es socio fundador.
En 2013 fue seleccionado para asistir al Talent Campus de Buenos Aires, entre más de mil realizadores latinoamericanos. Sus fotografías se han expuesto en países como Colombia, Francia, España y Cuba.
¿Cómo nació la idea?
El libro nace de la curiosidad que como artista sentía cada vez que pasaba por el cañón. Quería saber que había más allá de esas montañas. Tomé como referencia el Cañón del Colorado, me di cuenta que tenía alrededor de 35 libros con mucha fotografía y de nuestro Cañón del Chicamocha nada. Empecé a recorrerlo solo, con mi cámara y luego se unieron personas increíbles que le sumaron muchísimo al proyecto.
¿Como quiénes?
Como Gloria Oviedo, coautora del libro y una vieja amiga. Ella es la directora de Patrimonio de la Unab y directora técnica y científica del proyecto que se le presentó a la Unesco para que el cañón sea declarado Patrimonio de la Humanidad. Me la encontré hace dos años y me preguntó en qué andaba. Le conté sobre el libro y entonces juntamos fuerzas. Así se consolidó el proyecto como tal. Luego llegó la beca y patrocinadores y entonces ya no podíamos bajarnos del barco.
¿Qué tan difícil fue el tema de los recursos para sacar adelante la idea?
En estos proyectos siempre el artista pone capital inicial porque nadie se sube en el tren sin tener algo fijo. Ese fue el riesgo que tomamos, creernos el cuento nosotros mismos para que los demás nos creyeran. Por supuesto, la beca “Cree en tu Talento” de la Alcaldía de Bucaramanga, que ganamos a través del programa de estímulos del Instituto Municipal de Cultura, fue lo que nos impulsó a continuar. Nos dio más solidez y más tranquilidad a nosotros y a los patrocinadores privados que ya estaban.
¿Fue duro lograr que la empresa privada invirtiera en un proyecto como este?
No tanto, creo que esto es un parte de tranquilidad para muchos artistas. En Santander hay personas con ideas maravillosas y seguramente se quedan en los 25 libros que los obliga la beca y ya. O porque no los apoyan o porque no hubo la gestión de parte del mismo artista. Hay que entender que no porque es arte entonces es algo chiquito, hay que hacerlo tan valioso que la empresa privada tenga que apoyar. Otra cosa importante es que hay que entender que la responsabilidad social no solamente es con proyectos sociales. El amor por la región y el arte también lo son.
¿Quiénes más colaboraron en el libro?
El equipo de trabajo estuvo conformado por Melissa García, mi socia y quien trabajó en temas de investigación y periodismo; Gloria Oviedo, coautora; Mónica Giedelman, arqueóloga designada por el Ministerio de Cultura para todo el tema de la declaratoria del Cañón y quien escribió sobre los Guanes en el libro; Frank Rodríguez, comunicador y realizador audiovisual que escribió el capítulo de la Ceiba Barrigona; y Esteban Escalante, asistente de fotografía.
Cuéntenos un poco del proceso fotográfico
Empiezo a recorrer el cañón durante el día durante un año, desde las aproximaciones del Nevado del Cocuy donde nace, hasta Las Juntas, entre Los Santos y Villanueva, que es donde se une el río Chicamocha y el río Suárez y nace el río Sogamoso.
Luego de leer investigaciones acerca de lo Guanes me encontré con algo que me cambió el ‘chip’ y me dio un nuevo deseo de descubrir el Cañón.
Se trata del significado de la palabra Chicamocha, que es hilo de plata en noche de luna llena.
Una vez supe esto, vuelvo a las inmersiones, esta vez de noche y de una manera más responsable, ya no tan intrépido. Ubicamos las noches de luna llena, que iluminaba el cañón, y las de luna nueva, que permitían un cielo estrellado. Eso me permitió redescubrir el cañón en las noches, que es un mundo completamente diferente.
También hizo varios retratos, ¿qué encontró en la gente?
La gente del cañón es increíble, te abren su casa, te comparten lo que tienen y lo que no. Esto no fue un trabajo de reportería, fue un proceso artístico porque entré, conviví y saqué lo más sincero de cada uno.
Son imágenes sinceras que te ponen a pensar, que te permiten viajar. Encontré que hay muy pocos niños en el cañón, sobre todo en la provincia de García Rovira.
El cañón no les da los suficientes ingresos para subsistir, pues aún no existe un turismo responsable y sostenible que les permita hacer una actividad económica rentable y quedarse.
La Ceiba Barrigona también fue protagonista…
Es una especie que nosotros no dimensionamos, es impresionante, fascinante por su morfología, por su estado de ánimo según la época. A veces bota todas sus hojas y parecen árboles prehistóricos con formas de animales. Los guanes las usaban para hacer balsas porque son huecas por dentro pues ahí almacenan el agua. Está en vía de extinción porque las cabras se convirtieron en enemigas al comerse su fruto y no dejan que se reproduzcan. La mayoría son especies adultas, milenarias.
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